martes, 30 de septiembre de 2008

Bubo Bubo




Hace un par de semanas estuve en un pueblo muy interesante, Ballobar. A pesar de que es un pueblo pequeño, apenas llega a los 2000 habitantes, su situación geográfica le convierte en una tierra de frontera, un lugar que no es de allí ni de aquí (luego lo explico) y hace que sus habitantes, que incluso tiene una fabla (habla) muy particular con un libro que recopila sus vocablos y su significado, se sientan muy de su tierra . No son de allí ni de aquí, aquí es para mi la llamada, mal llamada desde ahora: Franja de Poniente, ese lugar que los catalanes hemos inventado no se muy bien para que. Sin embargo del lado aragones le llaman, no se si con algo de sorna: Franja de Levante, siendo las tierras levantinas lugares con reminiscencias orientales...ya digo un algo de sorna, pero con razón. Pues ni maños ni catalanes: simplemente ballobarinos.

Situado en la orilla derecha del Alcanadre, afluente del Cinca al que vierte sus aguas un par de kilómetros río abajo, tiene un paisaje muy peculiar. Todo el pueblo mira hacia la rica vega que ambos ríos han fecundado durante siglos; sin embargo a sus espaldas y apoyandose en las Ripas empieza un territorio seco y agreste, donde las perdices, conejos, liebres y zorros se mueven a sus anchas, donde el pastoreo de ovejas y el cultivo del cereal son las únicas actividades ganaderas y agrícolas. Solo una linea azul rompe esa monotonia fascinate es el Ave que cruza este territorio en su loca carrera, la modernidad una vez mas pasa por la puerta de casa y solo deja que molestias.

Coincidió mi estancia de fin de semana con el mercado medieval que llevan celebrando desde hace algunos años, tenderetes de buen yantar: embutidos, dulces, panes esplendidos; tenderetes de manualidades, antigüedades...y algo que me fascinó: una demostración de cetrería. El ver a aves tan nobles hacer un poco de circo no me gustó, y menos ver a un maravilloso Búho Real (Bubo Bubo) desplegar sus alas y emprender un vuelo silencioso y rasante sobre los espectadores en pleno día y encima dos veces, una por la mañana y otra por la tarde.

Pasé mucho rato junto a la jaima en la que los animales reposaban: halcones, lechuzas, azores, águilas, los pequeños y valientes "esparvers", no se su nombre castellano, tan abundantes hace solo unos años y en vías de desaparición ahora, culpables la sequía en las comarcas leridanas y las gaviotas en la costa. Pero me maravilló el Bubo, esa mirada que penetra las tinieblas de la noche, haciendo de él un depredador implacable y sin competencia entre las rapaces tanto diurnas como nocturnas, esa mirada quedó prendida en la mía durante un largo rato...gracias Bubo...fue un momento mágico...un beso en el alma.

Las fotografias que pongo son mías, una es del Bubo la otra es de un águila...pero no se que especie. Ni que decir tiene que son aves criadas en cautividad, son de una gente de Galicia, y se utilizan para control de plagas y exhibiciones en mercados medievales...concursos de cetrería y cosas por el estilo. Ah.. me olvidaba de una de las estrellas que hizo la delicia de los niños: un gallo enano, que fue sacado con mucho misterio de una caja y en un profundo silencio de la concurrencia pues se les aconsejó que este animal aun no estaba bien adiestrado...el gallo hizo su numero de vuelo, creo que el tío se cree un halcón, pero lo mejor era la atención que le prestaban sus otros compañeros que no perdían ni un solo movimiento del ave...ahora me explico porque era el único que estaba encerrado en una caja...pobre gallo enano el día que lo pille el Bubo.

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