lunes, 3 de marzo de 2008

Tiempo congelado



Es curioso como la mente nos juega malas pasadas, como es capaz en unos segundos de arruinarnos o enriquecernos el día, es un curioso fenómeno que no se puede controlar, que se produce por una serie de motivos ajenos a nuestra voluntad y que desencadenan en nosotros reacciones que no podemos controlar.

Ayer hacía un día magnifico, sin viento, a primeras horas del día restos de la neblina, que había cubierto de rocío el entorno, difuminaba los colores. A mediodía el sol apretaba y el estado del mar, plano y aceitoso, eran como una promesa de un temprano baño. La gruesa arena de la playa estaba limpia, no había nadie en el rincón al que suelo ir. Me instalo, esterilla, bolsa, libro, gafas...no gafas no...que estúpida me las he olvidado; volver sobre mis pasos a buscarlas significa perder casi una hora...bueno, no pasa nada, no leeré, tomaré el sol al fin y al cabo es a lo que he venido. Miro perezosamente a derecha e izquierda, no hay nadie, al frente pequeñas olas, producidas mas que nada por una serie de embarcaciones que entran y salen del puerto, lamen suavemente la arena. Me relajo, me tumbo y dejo la mente en blanco. El sol es una bendición que acaricia mi piel y reconforta mis doloridos huesos...que bien se está...

Pasan unos momentos, no se si muchos o pocos, no tengo conciencia del tiempo...me siento suspendida en el espacio, es como si el tiempo se hubiera detenido y por unos segundos veo, jugando al borde del mar a mi hijo, jugando con sus amigos...la sensación es tan real, tan increíblemente autentica...que me deja sin aliento. Intento retenerla, pero no me es posible...abro los ojos y miro deslumbrada la orilla...nada, no hay nada...absolutamente nada.

Dicen que los lugares guardan la impronta de las gentes, de las cosas, del pasado...y que están allí las escenas flotando en la nada y que algunas veces esa impronta nos envuelve. No creo que esa explicación sea muy científica, mas bien todo lo contrario, pero a mi la teoría de la impronta del tiempo me fascina, simplemente porque no es la primera vez que me ocurre.

Pero volvamos a la realidad, ¿por qué nuestra mente nos juega estas malas pasadas? ¿cual es el desencadenante de que esto suceda?. ¿Tan manipulables somos qué un simple aroma, un sonido, una caricia, o cualquier otra cosa, nos transporta a un momento en que ese sonido eso aroma esa cualquier cosa fueron parte importante o no de algo que nos pasó?.

Pienso que nuestra mente es aun una gran desconocida, que no la sabemos utilizar a pleno rendimiento. Pero quizá sea mejor así, no sea cosa que perdamos de vista el instante presente que al fin y al cabo es el que importa.

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