

Pero volvamos a esa joven doliente que se apoya de forma desmayada, esbozada casi, sobre lo que se intuye la tumba de su esposo...¿Intenta abrir la puerta?...¿Llama a ella?. Toda su actitud es de profundisimo pesar, de abatimiento...las inscripciones de la tumba no aclaran demasiado si el difunto era su marido u otro ser muy querido, primero pensé que era el marido...pero esa corona en la mano es muy similar a las coronas de Primera Comunión con las que coje el velo y se corona a las jovenes en su día de fiesta, por lo que igual era una hija la difunta.
Llama mucho la atención el perfeccionismo con el que está tratado el vestuario, esa maravillosa mantilla, ese vestido que con su caída de la tela enmarca y resalta, aun mas si cabe , la languidez que se desprende de la escultura. Un detalle de sus enaguas, al levantar ligeramente el vestido al subir las escaleras, se nos hace visible.
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